Chalchitecos, en busca de reconocimiento

A la llegada de los españoles, Chalchitán, en el actual Huehuetenango, ya tenía mucho tiempo de existir. Su nombre original fue Cuacul, por el grupo que salió de Tullán, actual México.

Durante el período clásico maya (300 al 930 después de Cristo), Chalchitán fue conocido como “Casa Jaguar”. Tras la conquista fue nombrado como Cuacutec, nombre de origen nahualt.

Quetzales, volcanes, flores y venados adornan el traje chalchiteco.

Durante las primeras décadas transcurridas luego de la independencia, Chalchitán y Aguacatán eran dos pueblos diferentes. Sin embargo, el 2 de febrero de 1881, Chalchitán fue suprimido para ser anexado como barrio de Aguacatán.

Los chalchitecos nunca estuvieron de acuerdo con esa medida, pero no fue sino hasta principios de los años 90 del siglo XX, cuando comenzaron a exigir reconocimiento.

De esa cuenta, plantearon al gobierno de Ramiro de León Carpio y a la entonces guerrillera no olvidarse del chalchiteko en los acerdos que firmaran. Sin embargo, esa petición no fue atendida.

En 1998, mientras se discutían reformas a la Constitución, los chalchitecos hicieron un nuevo y exitoso intento.

Dentro de las enmiendas a la Carta Magna, en particular al artículo 143, lograron que se incluyera al chalchiteko como otro de los idiomas que se hablan en el país. El triunfo del No en la consulta popular impidió su reconocimiento.

Su intento más reciente lo realizaron en abril del 2002 ante los siete diputados huehuetecos. Por medio de un proyecto de decreto legislativo del 28 de mayo último, los diputados de Huehuetenango consideran que el chalchiteko debe ser reconocido constitucionalmente.

En la actualidad, esta comunidad la integran alrededor de 30 mil personas. En su mayoría, se dedican al cultivo de cebolla y ajo para la exportación, así como a la elaboración de tejidos.

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Xinca: idioma en proceso de extinción

En el señorío Xinca, que se extendía desde la costa del Pacífico hasta las montañas de Jalapa, hubo valientes guerreros que opusieron fiera resistencia a Pedro de Alvarado y sus hombres, cuando atravesaron la zona rumbo a Cuscatlán.

Finalmente, el español los venció y tomó como esclavos a muchos de ellos, a quienes obligó a acompañarlo a la conquista de lo que ahora es El Salvador. De ese hecho se deriva el nombre del pueblo, el río y el puente “Los Esclavos”, en el municipio de Cuilapa, Santa Rosa.

Los pocos xincas que hablan su idioma son personas de la tercera edad.

Después de 1575, el proceso de extinción de la población xinca se aceleró, principalmente por el traslado de la población a otros lugares.

Eso, según Dalila Gaitán Lara, a la par de la hispanización gradual de la población (...) incidió en la pérdida del idioma.

Gaitán Lara realizó en 1997 el “Breve estudio de la comunidad lingüística xinca”.

En la actualidad, el xinca, único idioma indígena cuyo origen no se remonta a los antiguos mayas, está en franca desaparición, pues lo hablan apenas entre 100 y 250 personas.

Según estudios recientes, es hablado en siete municipios y una aldea de Santa Rosa y Jutiapa. En 1991 se mencionaba que sólo tenía 25 hablantes, pero en 1997 se decía que eran 297.

Para ese último año, se mencionaba que en Guazacapán, Santa Rosa, sólo lo hablaban“ 5 ó 6 abuelos”, la mayoría de más de 80 años.

Una de las referencia más antiguas sobre este idioma la proporcionó el arzobispo Pedro Cortés y Larraz, durante una visita pastoral a la diócesis de Taxisco, en 1769.

Los expertos aseguran que la reconstrucción del xinca “se puede visualizar como posible mediante métodos de lingüística histórica y arqueología lingüística, que pueden ser aplicados por equipos de lingüistas dedicados a este campo”.

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Los garinagu, alegría en Atlántico

El 25 de noviembre de 1802, alrededor de 150 garinagu (plural de garífuna) encabezados por Marco Sánchez Díaz arribaron a la costa atlántica guatemalteca.

Los primeros garinagu nacieron en la isla de San Vicente, frente a las costas de Venezuela, de la mezca de caribes rojos con negros africanos.

Los garinagu se distinguen por el colorido de su vestuario.

En 1797, los garinagu fueron expulsados de San Vicente por los ingleses. A bordo de diez naves los trasladaron a la isla hondureña de Roatán.

Cinco años más tarde, el grupo dirigido por Sánchez Díaz decidió buscar nuevos horizontes y se afincó en Livingston y Puerto Barrios, en el atlántico guatemalteco.

En la actualidad, los garinagu habitan también en seis comunidades de Belice, 46 de Honduras y cinco de Nicaragua.

El garífuna es un idioma híbrido: su léxico comprende 45 por ciento de palabras de origen arawaco, 25 de kallina o caribe, 15 de francés, 10 de inglés y cinco de vocablos técnicos españoles.

Este pueblo resalta por su alegría y los vistoso de su indumentaria. También llama la atención por sus comidas, como el tapado (sopa con leche de coco, mariscos, yuca, plátano y albahaca), y la machuca (plátano verde con coco, camarones, pescado, cangrejo y cebolla).

Sus artesanías las elaboran con corteza de coco, carey, corozo y guiscoyol, con los que dan forma a collares, anillos, pulseras, prendedores y pipas.

Las danzas favoritas de estos porteños son el Yacunú, el Sambai, la Punta, la Shumba, el Jungujugu, el Gunjae y el Aru Majani.

El Yancunú se refiere a una danza guerrera, con trajes y máscaras de mujer, que es bailada sólo por hombres.

El 18 de mayo del 2001, la Unesco declaró a esta expresión garífuna como “obra maestra del patrimonio oral y material de la humanidad”.

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Los sakapultecos son hábiles orfebres

La antigua Lamac, hoy conocida como Sacapulas, en Quiché, fue conquistada por los españoles poco antes de 1553. En la actualidad es el único lugar donde se habla sakapulteco.

Esta comunidad cuenta con varios sitios arqueológicos que son poco visitados, entre ellos, Chuitinamit, Sacapulas, Tierra Blanca, Xolpocol y Xutixtiox.

Las sacapultecas usan un elegante traje en ocasiones especiales.

En este municipio se encuentra una mina de sal negra, conocida localmente como xupej, a la que se atribuyen propiedades medicinales. La misma se encuentra a orillas del río Negro, cerca del cual existen parajes de incomparable belleza, como Río Blanco, Trapichitos y Tzununul.

Los sacapultecos son los únicos quichelenses que elaboran artesanías en morro. Son famosas sus jícaras y guacales, utilizadas para tomar agua, guardar productos y lavar.

Algunos han mantenido la tradición de trabajar el oro, al que dan forma de pulseras y collares.
No pasan inadvertidos los caramelos elaborados con caña de azúcar y “los alborotos”, así como sus dulces sandías y papayas.

Como en otra regiones del país, hay historias que se transmiten oralmente.

Una de ellas es sobre el puente que habría construido el demonio sobre el río Negro o Chixoy a cambio de que Dios le diera una de sus hijas. Según el relato, el Creador accedió si la construcción concluía antes de que cantara el primer gallo.

Cuentan que el diablo quiso engañar al Padre Eterno, por lo que dispuso matar a todos los gallos y gallinas. San Pedro se dio cuenta de eso y pudo quitarle un último huevo a la última gallina y lo guardó en su morral.

Cuando el puente estaba casi terminado, “cantó el huevo que San Pedro tenía en su morral. El diablo se asustó y salió corriendo y quiso botar el puente de una patada, pero no logró pues ya estaba bendito por Dios”.

El puente habría sido construido alrededor de 1716.

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Sipakapenses: artesanos de la cera

El sipakapense, uno de los 21 idiomas de origen maya reconocidos en Guatemala, es hablado por unas 4,409 personas originarias de Sipacapa, San Marcos, un municipio de 152 kilómetros cuadrados.

Durante el período colonia se le conoció como San Bartolomé Sipacapa. El cronista Francisco de Fuentes y Guzmán, al describir en el siglo XVII a los habitantes del pueblo de esa parcialidad, se mostró sorprendido “no sólo por la limitación de su estirpe, sino por el abatimiento y la pobreza y desnudez en que viven”.

El traje de las sipacapenses no es tan colorido como el de otras regiones.

Mientras tanto, en 1770, Pedro Cortés y Larraz consignó que en Sipacapa se hablaba “el kacchiquel” y los indígenas tenían “muy bien con qué vivir”.

Una de las primeras referencias escritas sobre Sipacapa quedó registrada en la Gaceta de Guatemala el lunes 14 de agosto de 1797.

En ella, Joseph Domingo Hidalgo resumía: “Su comercio es corto en siembras de maíz y manufacturas de lana". A sus habitantes los describió como “indios joviales y muy ladinos”. En la actualidad, los sipacapenses se dedican a la agricultura y la cerería. Elaboran veladoras, palmatorias (utilizadas en primeras comuniones) y cirios, entre otros.

El lugar es de rica tradición oral. Uno de los relatos más difundidos es el de un hombre misterioso que bajaba siempre del cerro Tuixux. Los sipacapenses lo nombran como Juan Noj.

Según la historia, Noj “se enamoró de una mujer del lugar y los vecinos pusieron vigilancia en la casa de la muchacha para que el hombre no entrara”.

“Pero al día siguiente, la mujer encontró una guineos muy chulos y frescos y se asustó”. Según los ancianos, Juan “era un ladino muy grande con cuernos” y era dueño del Tiuxux. Cuando terminó su trabajo en el cerro “se fue a la casa del Dios Mundo”.

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Tektiteko, idioma raro y desconocido

Tan extraño como su nombre, el idioma tektiteko se ha mantenido casi en el anonimato, y no fue hasta en la década de los '70 cuando se documentó científicamente.

Al inicio se creía que el tektiteko era kaqchikel o mam. Algunas comunidades aseguraban que su extraño idioma era alguno de los dos mencionados, pero en realidad lo que estaban hablando era el tektiteko.

Aunque austero, el traje tektiteko irradia la vitalidad de ese grupo étnico.

Se estima que unas cuatro mil 895 personas hablan el referido idioma.

Esos hablantes habitan en las aldeas Tierra Colorada, Salitre y Caníbal, en Cuilco; y Toajlaj,Teniquín y Chisté, de Tectitán, ambos municipios de Huehuetenango.

Además se habla en algunas aldeas de Tacaná, San Marcos.

El mencionado idioma fue identificado por el doctor Terrence Kaufman en un estudio realizado en los años '70 en el Occidente guatemalteco y el sur de Chiapas, México. Inicialmente se le denominó "Teko".

Kaufman asevera en un documento que algunos pueblos creían que era kaqchikel y otros, mam, debido a que el “Teko” nunca antes se había documentado.

Algunas similitudes entre el tektiteko y el mam dieron origen a que en algunas ocasiones se les confundiera.

Unas de las coincidencias más importantes es que para escribir ambos idiomas se utilizan 37 grafemas. Sin embargo, en el fondo existen grandes diferencias, pues en el mam se usan dos signos más que tienen distinta escritura.

Del tektiteko hay muchas carencias en cuanto a estudios e investigaciones que dejen claro el léxico, reglas gramaticales y otros elementos que integran su estructura.

Aunque algunos considera como nuevo al tektiteko, se tiene información de que hace aproximadamente mil 500 años se separó del mam, al contar con sus propias estructuras gramaticales.

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Maya mopán e itzá, en extinción

El maya mopán y maya itzá es uno de los tres idiomas originarios de Petén que aún se hablan en los municipios de San José, Melchor de Mencos, San Luis, Poptún y Dolores.

El maya mopán y el maya itzá se desprenden del yukateko, con el que en la actualidad comparten algunos rasgos.

Con el paso de los años, las mayas mopanes e itzaes dejaron de usar su traje característico.

Los habitantes de algunas regiones deToledo, en el sur de Belice, también tiene como lengua materna el mopán.

Este idioma maya está compuesto de treinta y tres signos y es reconocido como tal en el artículo 143 de la Constitución Política de la República.

No se tiene datos fidedignos de la cantidad de hablantes del mopán e tizá, pero se calcula que pudieran ser de cinco a ocho mil, aunque en los últimos años esa cantidad ha descendido vertiginosamente, por lo que se considera un idioma en peligro de extinción.

Algunas de las causas de la desaparición del mencionado idioma es el relativo aislamiento respecto de otras comunidades lingüísticas mayas.

Además, influye la presión social en favor del uso del idioma español y la poca difusión en las escuelas locales, donde la educación se imparte sólo en castellano, en menoscabo del mopán y el itzá.

También le afecta el desconocimiento en general acerca de su existencia.

No se tiene clara la etimología de la palabra mopán, aunque hay varias hipótesis. La más difundida, es que mo y pan, son patronímicos mayas. Además, que pan significa estandarte o bandera.

Esto sugiere que mopán es el nombre de uno de los linajes o familias que se separaron del yukateko y el itzá, hace unos mil años.

En la actualidad, San José, en la orilla norte del lago Petén Itzá, es el lugar donde más se habla la variante del maya itzá.

En ese lugar, los vecinos se esfuerzan por hablarlo y enseñarlo, porque se sienten orgullosos de ese invaluable legado cultural de los mayas.

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Uspanteko: pueblo aguerrido y valiente

Intentar la sumisión del Señorío de Uzpantlán, en 1529, no fue nada fácil para el español Gaspar Arias Dávila, quien dirigió un grupo de “60 infantes y 300 indios amigos”, como describieron Francisco de Fuentes y Guzmán y Domingo Juarros.

Arias Dávila pagó caro su intento de doblegar a los antiguos habitantes del actual Uspantán, Quiché. El capitán español y varios de sus hombres salieron heridos, mientras muchos de sus “indios aliados” fueron capturados o huyeron despavoridos.

Los adornos en la cabeza hacen resaltar a las uspantecas.

Entre 1768 y 1770, el doctor Pedro Cortés y Larraz visitó su diócesis, ubicada en Uspantán, y comentó que en la parroquia se hablaba “kiché (...) y otro que se dice musré”.

En la actualidad, los uspantecos, cuya gran mayoría es pobre, se dedican a labrar la tierra y a labores artesanales en barro y madera.

Los tejidos de algodón que crean sus mujeres son reconocidos por su belleza, al igual que los artefactos de barro cocido que elaboran al aire libre.

Además, los uspantecos se caracterizan por la producción en núcleos familiares, de cohetes, ametralladoras y bombas voladoras.

El sincretismo de los conocimientos indígenas y españoles se repite oralmente, como en casi todo el país.

Ejemplo de eso es la historia de San Miguel Arcángel. “Un día fue de visita a San Andrés Sajcabajá, en el día de la fiesta de Santa Catarina. Reunidos los santos y la gente, empezaron a tomar atol.

Cuando San Miguel vio esto, quiso tomar atol e hizo fila, pero no le dieron nada. Luego se fue a la cofradía de San Andrés, pero tampoco le dieron atol.

Como las personas miraban raro las alas y el machetón que tenía, lo persiguieron y llegó al río Chokox, donde voló para no mojarse las alas y cayó del lado de Uspantán. Ahí lo protegieron y nombraron protector del pueblo”.

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Achi'es: reducidos por la religión católica

Cuando los frailes dominicos españoles llegaron a la actual Guatemala, el único lugar que faltaba por conquistar era Tezulutlán o “Tierra de Guerra”.

A quien le encomendaron la tarea de “reducir” a los indígenas por medio del cristianismo, fue a Fray Bartolomé de Las Casas.

El traje de las indígenas achi’ está lleno de colorido.

La etimología del nombre de la cabecera de Baja Verapaz, Salamá, es Tz'alam Ha', que significa “tablas sobre el agua”.

Salamá, Cubulco, Rabinal, San Miguel Chicaj y San Jerónimo son los únicos municipios del país donde el idioma materno es el achi'.

Una de las menciones más antiguas que existen de Cubulco se encuentra en el Título Real de don Francisco Izquin Nehabib, escrito en 1558.

En este municipio hay varios sitios arqueológicos poco visitados, como Belejeb' Tzaq, Chilu, Los Cimientos, Nim Poco y Pueblo Viejo.

Una de las principales tradiciones achi'es es la del Rabinal Achi', un etnodrama que representa el reclamo que los rabinales del siglo XIII le hicieron a los gobernantes k'iche's por haber destruido varios de sus pueblos.

El Rabinal Achi' fue descubierto por el abate Braseur de Bouburg, quien lo publicó en París, Francia, en 1862. Según expertos, el etnodrama adquiere valores de honor militar sólo comparado con La Ilíada, de Homero.

En días festivos, en Rabinal presentan el “Baile de los Negritos”. Ese lugar tiene fama de producir las naranjas más dulces del país.

San Miguel Chicaj destaca por la dimensión de su iglesia católica.

San Jerónimo es famoso porque fue el lugar colonial donde se encontraban las mejores haciendas y viñedos de los dominicos, de donde salía el mejor vino del Reino de Guatemala.

En esa región se “introdujo” a numerosas personas de origen africano para trabajar en las plantaciones.

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Los awakatecos: agricultores y migrantes

Aguacatán es un municipio de Huehuetenango cuyo nombre significa “lugar de abundantes aguacates”. Es el único lugar de Guatemala donde se habla awakateco.

Los aguacatecos son un pueblo cuyos orígenes se pierden en el tiempo. Sus ruinas más antiguas son conocidas como Chalchitán, poblado que originalmente se llamó Coacutec, por su origen náhuatl.

El traje de las mujeres aguacatecas es singular.

En 1643, el religioso Tomás Gage llegó al actual Aguacatán y se sorprendió por las uvas que se cultivaban en el lugar.

“Se vende en las calles como cosas raras y grandes golosinas; y bien lo son, porque de México a Guatemala no hay ninguna como éstas”, relató el dominico irlandés.

En “Recordación Florida”, Francisco de Fuentes y Guzmán escribió que en Chalchitán y Aguacatán vivían “cuatrocientos y ochenta habitadores de idioma especial, que se reduce a una pronunciación gutural”.

En 1891, Chalchitán fue anexado como barrio a Aguacatán.

En la actualidad, los aguacatecos se dedican a diversas actividades. Resalta el cultivo de ajo y la cebolla, así como el pastoreo de ovejas, de cuya lana elaboran vistosos tejidos.

Buena parte del desarrollo de este municipio se debe a las remesas que envían los aguacatecos que trabajar como agricultores en EE.UU.

Aunque son diestros músicos, cada día se pierde una de sus principales tradiciones: las serenatas que a la luz de la luna y acompañadas de guitarras se escuchaban en sus calles.

En Sábado Santo resalta la lectura del “testamento de Judas”, una crítica jocosa a las autoridades y notables del pueblo.

En fechas especiales, los pobladores se dedican a las danzas populares. Destacan La Culebra y Los Toritos, que se asemejan más a las de Chiapas, México, que a las del resto de Guatemala.

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Ch'orti'es: los más pobres entre los pobres

El ch'orti' es uno de los pocos idiomas de origen maya que se hablan en el oriente del país, en particular en cuatro municipios de Chiquimula y uno de Zacapa.

Según el Mapa de la Pobreza, divulgado por el gobierno el año pasado, entre el 73 y el 85 por ciento de estos indígenas sobreviven en condiciones materiales adversas.

El traje de las ch’orti’es es característico y se distingue de otros del país.

En agosto del 2001, la noticia de la hambruna en la región central de Chiquimula recorrió el país y motivó la solidaridad de amplios sectores. En el siglo XVI, la población cho'rti' llegaba hasta la ciudad de Gracias a Dios, en Honduras, y Chalatenango, El Salvador.

El 8 de marzo de 1576, el Oidor de la Real Audiencia de Guatemala, Diego García de Palacio, envió una carta al rey Felipe II de España.

En ella le informaba que en “el valle de Acaccuastlán y el de Chiquimula de la Sierra” se hablaba “acaccuastleca y apay”. Este segundo idioma equivale al actual cho'rti'.

Estos descendientes de los mayas se dedican en la actualidad al cultivo de la tierra y a la elaboración de artesanías. Son conocidos los objetos en cerámica tradicional y vidriada de Olopa, Camotán y Jocotán. También gozan de fama los artículos en cuero crudo y jarcia, así como los pirotécnicos conocidos como canchinflines” y ”buscaniguas”.

La región cho'rti'es rica en accidentes geográficos. Ejemplo de ello es el volcán Quetzaltepeque, ubicado a 10 kilómetros del pueblo del mismo nombre, donde es conocido como “cerro Chiramay”.

En La Unión, Zacapa, son famosos las anécdotas de Pedro Animal, conocido en otras regiones del departamento como Pedro Urdemales.

En los relatos, Pedro aparece vestido de ángel, de sacristán o cura. Los principales cuentos son los de “Pedro con el pájaro de los siete colores”, “Pedro con el caballo volador” y “Pedro con el caballo que defecaba monedas de 25 centavos”.

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Jakaltecos: tradición en Los Cuchumatanes

El jakalteco es idioma mayoritario en Jacaltenango, Concepción Huista, San Antonio Huista, y Santa Ana Huista, municipios de Huehuetenango.

Ese idioma de raíz mayense también cuenta con hablantes en pequeñas comunidades de Cuilco, La Democracia y Nentón, en el corazón de Los Cuchumatanes.

Las mujeres jakaltecas tejen a mano sus trajes.

En toda la región jakalteca existen los llamados “hombres sabios”, quienes son los encargados de reproducir, de forma oral, sus ancestrales conocimientos.

Por ejemplo, en Santa Ana Huista es famoso el relato de una mujer que se hizo rica con el huevo de una chompipa, el cual era de oro macizo.

Al igual que en el resto de Huehuetenango, los jacaltecos tienen sacerdotes mayas, alcaldes y ancianos rezadores y adivinos. Todos esos personajes conocen el sincretismo de la religiosidad cristiana y maya.

El Viernes Santo, en La Democracia destacan las procesiones de Jesús Nazareno y Jesús Sepultado, donde se combinan las imágenes procesionales con escenas en vivo de la Pasión de Cristo.

En Cuilco destaca la ceremonia de la Huida de Egipto, que se escenifica antes del Día de Candelaria, el 2 de febrero.

Originario de San Antonio Huista, Santa Ana Huista y Jacaltenango es el teocintle. Esta es una variedad de maíz silvestre, única en el mundo, que crece a orillas de los bosques, pero está en vías de extinción.

En la región huista destacan también las artesanías elaboradas con lana y algodón, así como en fibra de maguey.

En la zona también existen conjuntos musicales, con influencia norteña y mexicana, donde se utiliza acordeón, guitarra y guitarrón.

El municipio de La Democracia, fronterizo con México, es administrado por Mirta de Jesús López Argueta, una de las tres mujeres alcaldesas de todo el país.

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Akatecos: artesanos y forjadores del hierro

Las cinco comunidades del pueblo maya akateco se asientan en el centro de Huehuetenango, donde tienen por vecinos a popti's, chujes, q'anjob'ales y mames.

Los akatecos sobresalen como hábiles forjadores del hierro y el cobre, así como por sus artísticas labores en cerámica vidriada y fibra de maguey.

Los akatecas visten trajes de poco colorido.

En San Miguel Acatán se ha transmitido de generación en generación el oficio de la herrería. Faroles, balcones, aldabones y lámparas elaboradas en este municipio adornan casas y parques en muchas partes de Guatemala.

En Concepción Huista existen diestros artesanos que se dedican a forjar campanas y figurillas de animales en cobre, entre otras artesanías.

De Nentón sobresalen quienes se dedican a la elaboración de velas, labor que data de la época colonial.

En ese municipio, a 1,142 metros sobre el nivel del mar se localiza la laguna Brava, que en akateco significa “Agua que nace adentro”.

Desde 1974 se reporta la desaparición de la laguna Piol, que estaba ubicada en San Sebastián Coatán.

Muchos akatecos combinan la elaboración de artesanías con el cultivo de la tierra, de la que extraen productos que luego intercambian con comunidades de la Sierra de los Cuchumatanes y del resto del país.

Al igual que en otros pueblos mayas, las leyendas animistas de aparecidos y almas en pena están presentes en la tradición oral de San Rafael La Independencia. Ahí se escuchan cuentos sobre El Duende, La Llorona y La Tatuana.

La Virgen de Concepción, el Cristo de Esquipulas, San Miguel Arcángel, San Rafael Arcángel y San Sebastián son los patrones de los akatecos.

Las fiestas en estos municipios están llenas de música y colorido. Son amenizadas con marimbas y conjuntos donde destaca el “tololoche” (contrabajo), el tambor, el pito y la chirimía.

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Poqomames: artesanos, hábiles curanderos y agricultores

Los pocomames son descendientes de los “nim pocom”, al igual que los pocomchi'es, y están distribuidos en seis municipios de Guatemala, Jalapa y Escuintla.

Al momento de la conquista española, el principal centro pocomam se ubicaba en la actual Chinautla, 12 kilómetros al norte de la capital.

El traje poqomam puede ser admirado en Mixco y Chinautla.

En la actualidad, debido al poco interés de las autoridades, el sitio no está restaurado y eso impide apreciar templos y palacios, los cuales parecen promontorios de tierra, cubiertos con siembras de maíz.

Luego de su victoria, los españoles trasladaron a los pocomames a un lugar que llamaron Santo Domingo de Mixco, a 17 kilómetros del actual centro administrativo del país. Por su especial sabor, el chocolate mixqueño es uno de los más degustados del país.

Estos descendientes de los mayas también son hábiles en el manejo del barro, como lo demuestran las artesanías de Chinautla: pájaros, incensarios, flores, angeles y misterios navideños.

Esa actividad es propia de las mujeres, pues los hombres se dedican a la agricultura.

De especial atractivo son las piedras de moler que elaboran en San Luis Jilotepeque y San Carlos Alzatate, así como la cerámica vidriada de ambos municipios jalapanecos.

Son famosos por dedicarse a la medicina tradicional los “compone-huesos” de San Pedro Pinula y las comadronas de San Carlos Alzatate, aunque también hay curanderos y adivinos en San Luis Jilotepeque.

En Escuintla, un departamento predominantemente ladino, no pasan inadvertidos los pocomames de Palín. Gozan de fama sus muebles y juguetes de madera, además de la curtiembre en cuero y los tejidos.

En esta región de Escuintla es famosa la historia pocomam de las cuatro estrellas (Cruz Chumil) que aparecen a las cuatro de la mañana para “guiar a los cortadores en su camino a los cañaverales”.

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Ixiles: contadores de historias fantásticas

Los relatos de los “Alol o'tlayol” o contadores de historias, caracterizan a los ixiles, originarios de los municipios quichelenses de San Gaspar Chajul, San Juan Cotzal y Santa María Nebaj.

Es famosa la historia del envidioso a quien castigó Tiixh, Dios Mundo. “Bajó a la costa a cortar caña de azúcar. En el camino vio un pequeño collar, el que se tragó cuando notó la cercanía de otros hombres. De inmediato, murió, pues el collar se convirtió en culebra. Tiixh lo castigó por no enseñárselo a otros”, refiere el relato.

Los trajes ixiles son de los más vistosos de Guatemala.

En Nebaj se cuenta que Tznxelal Almika -Corazón del Cielo- era muy cercano a los ixiles, pero éstos comenzaron a espiarlo. Debido a ello, dispuso castigarlos con una lluvia de fuego. A los sobrevivientes se les asignó la tarea de cuidar a los hombres y son conocidos como “Señores de los Cerros”.

Además de contar con una rica tradición oral, los ixiles se dedican al cultivo de la tierra y al trabajo artesanal. De singular reconocimiento gozan los tejidos que elaboran sus mujeres, así como los famosos sombreros y bolsas de Nebaj.

También se destacan en el manejo de la pólvora, la cual comenzaron a trabajar en 1794. Desde esa fecha elaboran cohetes, ametralladoras y bombas voladoras que se utilizan en fiestas patronales u ocasiones especiales.

El área ixil cuenta con sitios arqueológicos poco conocidos, como Caquixaj, Chipal y Oncap, Ilom, Xacbal y Hui.

De vital importancia para la naturaleza es la reserva de la biosfera Visís-Cabá, en Chajul. Está ubicada en el corazón de la llamada Zona Reina, y cuenta con densas selvas, ricas en flora y fauna.

Los habitantes del llamado Triángulo Ixil integran uno de los pueblos mayas que con mayor intensidad sufrieron el conflicto armado interno. Debido al mismo, se desplazaron a otros departamentos del país o al sureste de México.

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Los Chuj son hábiles artesanos de rica tradición

Las artesanías en maguey de San Mateo Ixtatán y San Sebastián Coatán, así como las ruinas arqueológicas de Chaculá y Quen Santo, son parte del patrimonio cultural del pueblo chuj.

Habitan al norte de Huehuetenango, departamento que comparten con mames, k'iche's, poptís, tektitekos, q'anjob'ales, jakaltecos y akatecos.

El colorido de sus trajes resalta las características de la mujer chuj.

Durante el conflicto armado interno, los chuj sufrieron con intensidad la violencia. Debido a ello, miles buscaron refugio en el sureste de México.

Este pueblo goza de merecida fama por el trabajo artesanal en fibra de maguey, conocida como jarcia.

Con un machete poco afilado, los vecinos de San Mateo Ixtatán y San Sebastián Coatán raspan el maguey y obtienen gruesos hilos para fabricar bolsas, morrales y redes.

Además del cultivo de la tierra, los chuj pastorean ovejas, se dedican al arte de la cerería y a la cerámica vidriada.

En Nentón, al noroeste del departamento, se encuentran los sitios arqueológicos de Chaculá y Quen Santo. Ambos lugares cuentan con estructuras que evidencia la cultura Olmeca.

En ese municipio se localiza la laguna Yolnajab o Brava, un atractivo turístico poco visitado. De Nentón también es originaria la marimba Ana Mikin, que ha recorrido todo el país.

“Los Toritos”, “El Venado” y “La Conquista”, son algunos de los bailes más populares en la región chuj.

Sus creencias religiosas son mezcla de antiguas prácticas mayas con creencias cristianas occidentales.

Así, rinden culto al Cristo de Esquipulas lo mismo que creen en nahuales o hacen pactos con “el guardián de los cerros”.

Las mujeres chuj son las que menos acceso han tenido a la educación en comparación con indígenas y ladinas de todo el país. Muestra de ellos es que sólo 12.5 por ciento sabe leer y escribir.

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Tz'utujiles: relatos orales en tierras de santos

Los tz'utujiles, otra de las etnias heredera de los mayas, en la actualidad habitan pueblos con nombres de santos católicos, con gran tradición oral.

En el siglo XVI, el Señorío Tz'utujil resistió bravíamente la Conquista, pese a que los españoles se hacían acompañar por kaqchiqueles e indígenas de origen mexicano.

Los trajes de las tz’utujiles son elaborados en telar de cintura.

Sólo uno de los siete municipios tz'utujiles (Chicacao, en Suchitepéquez) no tiene nombre de santo, lo cual evidencia la penetración española a través de la religión.

Los relatos mágicos son parte de su cultura oral, la cual es mantenida por los “Nawalineel b'ajnikanib'al” o “cuenteros”.

Uno de ellos es de cuando San Pablo bajó a la tierra y buscó un sitio a la orilla del lago. Le gustó tanto el lugar que mandó a llamar a todos los apóstoles para que vivieran cerca de él, pues “es tan bonito que ni en el cielo hay uno igual”.

En San Pedro La Laguna abundan las historias de los “characoteles”, hombres jóvenes que pueden convertirse en animales buenos o malos.

Santiago Atitlán es la tierra de Maximón, al que se rinde culto desde el siglo XIX. Este personaje es una muestra de la resistencia al catolicismo, el cual, mezclado con la religiosidad de origen precolombino, da lugar a una expresión de sincretismo.

Los tz'utujiles han destacado como pintores primitivistas. Su mayor expositor fue Juan Sisay, asesinado en abril de 1989.

Este pueblo también cuenta con hábiles artesanos del tul, cera, lana, cuero y madera. En la época previa a la Navidad, resaltan las artesanías elaboradas con fibra de trigo.

Esa labor la combinan con el cultivo de maíz, cebolla, tomate, trigo y frijol, entre otros. En la actualidad, se observa que muchos tz'utujiles pierden elementos de su identidad, producto del turismo extranjero, en particular de EEUU y Europa.

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Los q'anjob'ales son migrantes en Estados Unidos

Los municipios huehuetecos de San Juan Ixcoy, San Pedro Soloma, Santa Cruz Barillas y Santa Eulalia han prosperado con las remesas que les envían los q'anjob'ales que viven en Estados Unidos.

En ese país forman parte de los más de 15 mil indígenas guatemaltecos que se asentaron en la Florida a partir de 1980, cuando huyeron de la violencia.

Las mujeres Q’anjob’ales mantienen sus tradiciones.

Los q'anjob'ales fueron conquistados por los españoles en el Siglo XVI. Durante la época precolombina se caracterizaron por comerciar con la zona que en la actualidad constituye el sureste de México.

En la actualidad, este pueblo de origen maya se dedica al cultivo de la tierra, a la elaboración de artesanías y al pastoreo de ovejas, entre otras actividades productivas.

La imaginería de Santa Cruz Barillas resalta por sus características propias: los rostros de las imágenes son indígenas.

No menos famosa es la cerámica vidriada de San Pedro Soloma, en donde se fabrican ollas, jarros y comales.

Tampoco dejan de llamar la atención los diestros marimberos de Santa Eulalia, cuyos instrumentos musicales tienen merecida fama.

Los q'anjob'ales viven en el corazón de los Chuchumatanes, el macizo montañoso más alto de Centroamérica. Por ejemplo, en San Juan Ixcoy hay un monumento que señala la elevación del municipio: 3,352.51 metros sobre el nivel del mar.

Como en otros grupos de origen maya, la cultura q'anjob'al se basa más en la palabra que en los documentos escritos. Así, los ancianos transmiten su sabiduría a los jóvenes, en días especiales marcados por el tzolkin (calendario maya de 260 días). Esos conocimientos no son para la “gente común”, sino sólo para los elegidos.

Incluso, por su sabiduría y experiencia, los ancianos son más respetados que las autoridades civiles y religiosas oficiales.

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Mames: heroicos defensores de su libertad

La fortaleza de Zaculeu fue el escenario de la resistencia mam contra los españoles. Con el tiempo fueron reducidos, pero mantuvieron sus creencias y tradiciones.

De ascendencia maya, establecieron su capital en lo que hoy es Zaculeu, Huehuetenango, y dominaron el Occidente del país.

El telar de cintura es utilizado por las mames para elaborar sus coloridos güipiles.

Al momento de producirse la conquista española, la casa Mam era aliada del señorío K'iche'.

Sucumbieron ante los españoles sólo después de un prolongado sitio a su fortaleza, en la cual murieron casi todos los defensores. El héroe de esa resistencia fue Kaibil Balam.

Herederos de la nación Mam son los casi 347 mil hablantes de esa lengua, los cuales habitan en la mayor parte de Huehuetenango y San Marcos. En menor número están en Quetzaltenango y una pequeña parte en Retalhuleu.

En San Marcos, 42 por ciento de su población habla mam. En ese departamento practican algunos de los antiguos rituales, como el dedicado al maíz, que forma parte de la fiesta de las cosechas.

Como en todas las sociedades mayenses, la palabra es más importante que el documento escrito y los consejos de ancianos sabios son más respetados que las leyes civiles y religiosas.

En la cultura mam también abundan las leyendas y relatos mitológicos vinculados a sus creencias.

En términos generales, los actuales mames se dedican a la fabricación de instrumentos musicales, como marimbas, contrabajos, violines y guitarras, además de las labores agrícolas.

También elaboran diversos artículos de cuero, como sillas de montar. La cerería es una industria artesanal del área, al igual que los cohetillos y bombas voladoras.

Las fiestas patronales de sus municipios están cubiertas de colorido, comidas y dulces, paralelas a las celebraciones religiosas en las cuales las cofradías destacan por su autoridad.

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Los poqomchíes: dominadores de Guatemala

Los poqomchíes, igual que los poqomames, son descendientes de un mismo tronco: los “nim poqom”.

La expansión de los achíes fue la causa principal de que se dispersaran los “nim poqom”. Es probable que los poqom dominaran el centro de Guatemala unos 20 siglos antes de la época formativa de Kaminal Juyú.

El traje típico de las mujeres de la etnia poqomchi’ es muy vistoso y colorido.

En el Siglo XVI, el territorio poqomchi' era tan grande que abarcaba desde San Cristóbal Verapaz hasta Panzós, y desde Chamá a Santa Ana, Petén.

Los 94,714 poqomchíes hablantes se ubican en áreas de cinco municipios de Alta Verapaz, en uno de Baja Verapaz y en parte de Uspantán, Quiché.

En conjunto, este idioma es el materno del cuatro por ciento de los indígenas guatemaltecos. San Cristóbal Verapaz y Tactic, Alta Verapaz, son los pueblos más desarrollados del territorio poqomchi'.

En San Cristóbal, la Semana Santa se celebra con esplendor. La iglesia católica del lugar es de tipo colonial y está erigida sobre un centro ceremonial maya.

En Tactic, resalta la elaboración de tejidos en telares de cintura, así como las artesanías en plata.

Tamahú, también en Alta Verapaz, es uno de los lugares menos desarrollados. De esa región destacan las telas, en particular el huipil rojo encendido.

Los poqomchíes son hábiles para los trabajos manuales y dan forma al barro, plata y madera.
En la región resaltan los narradores tradicionales, conocidos como “Aj q'oral re'najtiir laj b'anooj”. Son ancianos muy respetados, por la versatilidad de sus relatos y sus vastos conocimientos.

Una de las principales leyendas es la del Pozo Vivo, en Tactic. Según los ancianos, en tiempos pasados una bella mujer cayó al pozo y no pudo salir porque “el Espíritu del Agua” se enamoró de ella. Desde entonces, el pozo parece estar en ebullición y se ha convertido en atractivo turístico.

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Los q'eqchies fueron conquistados por la fe católica

Los q'eqchies, el único pueblo de Guatemala conquistado por medios pacíficos, mantiene vigentes sus tradiciones a pesar del modernismo.

El q'eqchi' se habla predominantemente en Alta Verapaz, en los municipios de Ixcán y Uspantán, Quiché, así como en Sayaxché, parte de La Libertad y San Luis, en Petén.

Los q'eqchies conservan sus tradiciones mágico-religiosas.

También lo hablan en El Estor, Livingston y parte de Morales, en Izabal, y en el sur de Toledo, Belice.

Fray Bartolomé de Las Casas y otros dos misioneros aprendieron el q'eqchi' para llevar a cabo con éxito en 1538 la conquista pacífica de las verapaces.

En la actualidad hablan ese idioma unas 474 mil personas, según registros de la Academia de Lenguas Mayas de Guatemala.

Los q'eqchies de Alta Verapaz se distinguen por sus vistosos tejidos elaborados por mujeres en telares de madera.

El arte del tejido se manifiesta en los güipiles de gaza de Cobán, los cuales semejan un encaje. También confeccionan llamativos brocados.

Destaca, asimismo, la artesanía de plata y productos de hierro forjado, como los elaborados en Cobán.

Otro producción importante es la de cohetillos, bombas voladoras, toritos y castillos.

Además de artesanías, producen en menor escala cestería, trabajos en palma, instrumentos musicales y máscaras de madera.

Sólo los q'eqchies de Chisec, Lanquín y Cahabón trabajan artesanías con la fruta del morro, del cual elaboran cucharas y guacales.

Las cofradías de este grupo étnico han logrado preservar tradiciones ancestrales a pesar del modernismo, como los convites y bailes de moros.

La exuberante vegetación y sitios arqueológicos de Alta Verapaz y otros departamentos sirven de escenario a sus rituales mágico-religiosos.

Alta Verapaz es el único departamento del país donde los mestizos, también llamados ladinos, hablan el idioma nativo además del español.

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K'ichés: el imperio precolombino más grande

Tanto en el Popol Vuh como en su defensa en la Conquista, los k'ichés se muestran como una casta guerrera orgullosa de ser el principal imperio a la llegada de los españoles.

Descendientes de la abuela Ixmucané, de la diosa Ixquic y de Hun Hunapú, los k'ichés siguen siendo el grupo étnico más numeroso de Guatemala, con cerca de 648 mil hablantes, según cifras de la Academia de Lenguas Mayas.

Los trajes de las mujeres k'ichés se distinguen por su colorido y diseño.

Los k'ichés actuales ocupan casi todo Quiché, donde gozan de prestigio los tejidos de algodón y lana ahí elaborados.

También es atractiva la cerámica de barro elaborada en tornos de pie y hornos de leña. Los k'ichés son, asimismo, artesanos de metales y de la pólvora.

Habitan también en el norte de Sololá. Aquí predominan los cultivos de café, maíz, frijol, cebada, papa y legumbres. En Nahualá, se han especializado en piedras de moler y morteros de piedra.

Predominan en la parte norte de Suchitepéquez, donde destaca la imaginería religiosa y la fabricación de muebles de pino.

También trabajan en esta área cerería y jarcia.

Según el último censo demográfico, el 94 por ciento de la población de Totonicapán está formada por k'ichés.

Este departamento es uno de los más ricos en artesanías y los ponchos de Momostenango gozan de fama internacional. Las cofradías causan la admiración de propios y extraños.

Uno de los bastiones más importantes de la resistencia indígena contra los españoles fue Quetzaltenango, donde se libraron las batallas más sangrientas.

Ahí, los trabajos en madera, palma, cerería, cuero, instrumentos musicales y tejidos son ampliamente reconocidos.

De los k'ichés se conoce su origen a través de los relatos mitológico-religiosos del Popol Vuj. Otros libros fueron quemados por los españoles.

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Kaqchikeles: de bravos guerreros a artesanos

Descendientes de bravos guerreros, los kaqchikeles de hoy subsisten en siete departamentos de la agricultura y actividades artesanales.

Antes de la llegada de los españoles el centro político de los kaqchikeles era Iximché, una fortaleza que aún existe en la actual Tecpán Guatemala, Chimaltenango.

El traje típico kaqchikel muestra la vistosidad de sus colorido y diseño.

Los kaqchikeles fueron aliados de los españoles en la lucha contra los ki'chés, pero después libraron dos insurrecciones contra los conquistadores en la primera mitad del Siglo XVI. En la actualidad, el idioma kaqchikel lo hablan unos 343 mil personas, según la Academia de Lenguas Mayas de Guatemala, ALMG.

Los modernos kaqchikeles están distribuidos en más de 30 municipios de Sacatepéquez, Chimaltenango, Sololá, Suchitepéquez, Guatemala y algunas áreas de Escuintla y Baja Verapaz.

La parte que habitan en Sacatepéquez se ha distinguido por sus trabajos en imaginería religiosa, construcción de tipo colonial, dulcería y productos en cuero, como en el caso del poblado Pastores.

En Chimaltenango se destacan los trabajos en mimbre, y tejidos de fibras duras como canastas, hamacas, redes para carga y variedad de cuerdas.

En Comalapa y Tecpán Guatemala se elaboran artículos de plata.

La agricultura de subsistencia es otra característica de la mayoría de grupos étnicos del país y los kaqchikeles no son la excepción.

Este grupo étnico también se caracteriza por su sincretismo religioso, a lo cual están ligados los bailes y las danzas folclóricas, ámbito en el cual tienen gran relevancia interna los cofrades.

Cada municipio tiene su fecha dedicada al patrono, que atrae a muchos visitantes por el colorido de sus convites y ferias.

La historia de los kaqchikeles está ligada a siglos de explotación y guerras internas. Ahora se busca el rescate de su cultura y su idioma.

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Fuente: Prensa Libre